El tiempo ha henchido mis velas,
cubos de agua dulce
reposan en la proa de mis huesos,
navego con bitácora
y burbujas de luz
allegan de tus ojos,
faros que me alejan de visiones burlescas.
De los costados de la tarde,
brazos multicolores sostienen mis paso
y el viento raudo
blandea de amarillo
las mariposas que se encienden en las esquinas,
el frío locuaz estrangula mis ansias
-intemporal sabor dulce que de ti cargo-
y el gabán recoge los trozos del anhelo.
La opacidad del día
resta el brillo de las lenguas,
descuelga miradas de las ventanas amarradas de números
y la noche abre sus fauces...,
participio del verbo a la alborada
al copular nuestros nombres
a media noche.
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