Alguna tarde
caminaré entre la hojarasca que conmueve
crepita, con esa piel de silencios,
mi sonrisa
abrirá sus pestillos
y las huellas de mis pies, húmedas,
serán secas
en la concavidad de sus deseos,
sin resacas de otrora,
el vino que se vierta en nuestras copas
mitigará la sed de los veranos,
doseles inútiles enjugarán los ojos,
vidrieras translúcidas
permeables al universo de las almas,
palabras hendidas
salpicarán sus aromas,
grutas que amanecerán con lluvia
cántaros de miel,
adobo generoso
al insulso de los tiempos.
En alguna tarde, él
será mi sol de los venados
y en la estepa madura de su nombre
pacerán mis años,
gacela entre sus ramas.