Vuelves del país que nadie conoce
y yo he dado un paso, hacia la otra orilla
donde el amor fue posible,
reconozco mi cuerpo reflejado en esos ojos
y mi memoria inspirada
recopila el lenguaje de tu vino dulce.
Mi corazón es una galería de recuerdos,
vibran mis huesos y sonámbula
recorro lento los corredores de tu silencio.
Recito un poema con el abecedario de este espacio,
logra embarcarme
en el eclipse de tu sombra,
me dejo hacer
me dejo cantar mi nombre
en tu garganta
que guarda pájaros de invierno.
El amor hace milagros
y baila desnudo entre la sangre núbil, de tu sangre.
Vuelves, de una patria en el exilio
y mi cuerpo se arropa con el alba de tu reflejo,
mi mirada te desposee,
un rostro te llama,
un rostro engarzado en la última perla
de tus horas.
(Dedicado a una persona muy especial, fallecida)