sábado, 26 de octubre de 2013

Esculpida




Caliza dulce redimida de la tierra
arcilla dúctil endurecida a través de los pasos
en lejano filón
bajo la lluvia verde de los ascensos
tallada bajo sombras
pulida con labios de agua
y buriles de manos que sacian la sed de índices

geodesias despuntadas a través de oscuros lentes
del escultor natural, ciego a las horas
y con sordera a los himnos que se inmolan
en el taller de las membranas.

Figura formada a imagen y semejanza
de los deseos
piedra angular del sentimiento que vive
sahumerio que santifica los eclipses de la piel
al brindar con el salobre jugo
de los labios
que en re menor entonan su romanza.

Efigie circular
femíneo oasis de yerbabuena
apuntalada por la pértiga ungida
grieta de pétalos vívidos
rosa que suicida un poema en espirales de sollozos
agotando el último suspiro
en el orgasmo de la muerte.
  



En el momento preciso




Solo basta colarme en su mirada
no pestañear
el dialecto  que se dispara en  este trecho
refracta el júbilo del aria en la afonía, la risa
echa al piso la omisión de los labios
y rasga en centurias de liras
la eternidad de mi tristeza.

Hay tanto de sí
en las lindes mi afecto, la ternura entre otras
profuso abrigo de su piel sin ojos
que abarca todos los huesos intangibles
hace malabares con pies de experiencia
y sus ramificaciones de brazos decantan enfermo frío.

Sin esquelas de llegada a la hora de lo incierto
arriba en el tren de la tarde, fundido en el ocaso
valija sin reproches
transparencias de su celo
y brinda la ocasión, con el vino de los labios.

Tambalea el verso en la galería de los folios
y su hombro se convierte en nido
para la alondra que tirita
tramados en el pecho, morada en las tormentas
mantiene encendido el fuego

de la femínea ilusión.



viernes, 25 de octubre de 2013

Soliloquio





 Es una lucha constante entre la razón y el sentimiento
dan ganas de volverse ciega
creer solo en los estatutos de la piel
deshipotecar el alma
al vencer los términos entre los suscritos al silencio.

Inverosímil sería
socavar el pedregal que acuña  el espíritu
minar esa fuerza que se lleva en ristra
la rebeldía de los desencantos
y toda esa colección de melancolías y mutismos
tomándose un decalustro para decantar lo intrínseco.

Sus múltiples recovecos lagrimean versos
no cesa la lluvia de palabras
aún
en los instantes de desequilibrio
vetas húmedas donan su sal de rimas.

Enganchada a la argolla de la góndola
libero pasajeros amañados
largo paisaje entre amores y desvaríos
y son  remeros de estos sueños  
los versos
braceadores constantes
arremetiendo las corrientes de las omisiones.


No es suficiente
ni uno
ni dos
ni un tercer viaje hacia las fantasías de un poema 
vibro con los aleteos
que me izan en vuelos
manteniendo despierta la ilusión
-      al escabullir el dolor-
en los bolsillos del sentimiento. 



    

sábado, 19 de octubre de 2013

Convénceme





Convénceme

de las palabras que arrastras en suspiros
por las divisiones intrínsecas de tus huesos

haz sentir sobre mi piel
la erupción de tus deseos
y en mi espíritu 
pasea con devoción
el sabueso de tu amor 
en custodia de mi alma

y no te quedes
en la boya 
que demarca lindes personales
iza los pendones con el sello de tu nombre
y que en la lejanía se respete
la palma que guía mi mirada.

Murmuras por lo bajo
que llevas ceñidos 
mis eneros en tus manos
y que bañas el torso con la cascada negra
del filón que oscila al leve movimiento
de mi frente en tu quijada 

escindes luego la risa 
en la apatía de mi boca
y en mi anhelo, pincelas el matiz
del beso febril
que esculpe en mis labios 
la huella oculta de tus ganas.

Sustenta con argumentos
y haz practica sobre mis planos

(si te sabes de memoria, las leyes integrales) 

utilizando metáforas 
por decenas 
y que esa fórmula en tu verbo 
haga alquimia en mi corazón
otorgando SI 
por toda gracia.


Cantas
entonas 
y declamas
la elegía que se aborta desde tus fuelles
enredándose en las liras que se templan 
citando mi nombre entre la vida y la paz
sin donar tu cuota generosa
la que te hace varón
con el orgullo del hombre
y que dignifica a su dama.



Siento, luego existo




Soy

la palabra
que se entrega
al pergamino

el signo 
al carbón

los ojos 
a las manos

la letra que en libertad 
se incuba

un cántico
un himno
una oda
a la sazón
del pensamiento
del espíritu
prudente 
y reflexivo

soy 
el alma que huye
de los hilos
y de las fibras naturales

estando afuera
intangible
en tibio mimo
surco el albor de la madera
con trazos coloridos
dando vida
a un poema

alma y raciocinio
piel y corazón
sangre y osamenta
lágrima y sonrisa
eso soy
luego 
existo

alborada
al despuntar
girando 

rutina hipnótica
huellas circulares
brazos abundantes
pupila que cataloga
colores
cifras

pasos de otros pasos
como letras 
de otros versos
que se suman
se funden
se nutren
de amor 
y de esperanzas
de olvidos 
de llantos
de abrazos 
de besos
de amores
y desdichas

por todo ello

siento
luego 
existo.



jueves, 3 de octubre de 2013

Sustentación de los afectos



Disímil el color 
de lo que el alma encierra
y el matiz de la voluntad, 
demandadora de la sensibilidad 
sobre la osamenta.


Debiéramos sumirnos 
en el mutismo de las medias noches
sentados a la mesa de los consensos
con el oído presto 
al susurro que se enerva
y a la piel que expone
las caras del prisma 
de una dicha disfrazada,


la fibra defendiera el relámpago de muerte
que se antepone histriónico
a la dulzura y a la armonía de los sueños
y el espíritu objetara
sobre el exilio de su beso 
lejos de su morada de calor
cayendo en los abismos 
del desequilibrio irracional 
esparciendo hiel 
entre los labios y la lengua
y una sal de miedo 
que usufructúa 
el sentimiento de aguamiel
el que mantiene tañendo 
el corazón honesto.


Legionarios del amor
firmes con el lábaro en lo alto
-principio y fin del ser como consigna-
es misión quimérica
para el ojo que se sorprende 
de la forma y del sabor
desertando de la semilla,
mostaza ínfima que da la vida
que otorga el equilibrio,
alfa y omega
de nuestro universo íntimo.


Se hinca la rodilla
y las cuencas sin candados se derraman,
ecuanimidad entre las notas
de la materia y del alma,
hombro a hombro caminan juntas
por la senda simple
de la otoñal mirada.



Al padre de mi hija II



Proscritos 
el discernimiento y la vanidad
cierran las hoj
as al punto de equilibrio
y los pasos inseguros 
trastabillan sobre sus recuerdos 
-crepúsculo de la conciencia-
cubre la mirada con una entelequia mortal 
sobreviviendo ese corazón de oro 
que se revela a la extinción del fuego 
del brasero que fue 
su escenario de vida.


Páginas de olvido se cuelgan en el año trece
y codificados en su bitácora 
las miradas y los perfiles
la musicalidad de las voces 
los vibratos de las risas
y en carpetas que solo él reconoce
los aromas que le usurpaban
pincelando en su alma 
besos hechos canciones 
fotografías que ahora se guardan 
en los anaqueles de su espíritu.


Fue el calor de los afectos 
navegando en sus caudales
el santo milagroso que floreció los ejidos
y esa sangre núbil tamizada entre mis fueros
escindió su mirada ausente
(indultando la tristeza y la erosión en la memoria) 
lloviendo besos filiales
los TE AMO almacenados
celebrando veintiún calendarios
de su joya favorita.


Fue el más grande regalo
que sin ser recibido entre sedas
con el timbre de su voz 
nos ratificó su amor 
mientras viva.



Al padre de mi hija I






Viejo nogal donde se esculpieron mis religiones,
tañe aún en su campanario 
el eco barítono de los vocablos
que otrora deslumbraran en mis mutismos,
abrigando sentidos universales 
a las sombras paradigmas de tus ramajes.

Adyacente soldado de mi corteza,
tu viandante bálsamo se destila hasta la sangre núbil
ungiendo frentes
en el silencio claustral de tus eras.

Deteniendo el paso en tus lindes amainados
santigüé mi corazón ante el vestigio de tu imponencia,
erizando mi alma desde ese invierno desnudo
que se acantila poco a poco en tus cúspides.



Un grito temporal





Tengo atravesado el tono de su voz

y aquellas lágrimas 
que bailaban en la cornisa de sus órbitas.

¡Oh!, 
si mi abrazo hubiese sido eterno

y si los mil TE AMO

coparan el ánfora que vacilaba resignada 
en el suburbio de su pecho...

me hallo desnuda de gracia 
para acallar la incertidumbre.

Si estas manos fueran peces de colores 
y saltaran milagrosos en su carne

reinventarían los instantes 
tejerían en su vientre
panales de azahares
en cada nicho
en cada hendija
en cada celosía
de esa esencia que se vicia 
y que anoche 
me abrazaba con afán.

Redobla en mi acústica
el tañido de su voz
y se opaca poco a poco 
el tamizado que limpia su sonrisa 
y su entraña 
irrumpe en el silencio
de un sueño que se esfuma
entre los días y los meses,
sin la esquela de la hora.

Me abraza el miedo 
y el mutismo 
galopa en rebeldía 
por los huesos que trastabillan,

confusión en la esquinas
cuando dobla su mirada

LE AMO TANTO

y apenas si podía
susurrarlo muy despacio 
con mi boca refundida en su cabello
y trenzando mi emoción
en el revés de su figura.


¿Podemos culpar al destino
de sus planos cerrados?

He labrado con mi boca 
y pincelado en las retinas la ecuación de mi vida

amasijo de carne 
de linfa y corazón
que ha dejado muestras con el sabor de las esencias
de huellas sucesivas, enero tras enero
llenando los bolsillos de rojas bayas
sanas y brillantes,
adoptándolas el mundo 
como esporas de ocales
sobre los lomos de las auras.


Y tú… pequeña

¿Qué puedo hacer para que germinen
las ansias de tu fe
de tu amor 
y de tu entrega?

¿Qué puedo hacer 
si la angustia acuchilla mi confianza
y el latido que me bulle
se aleja en procesión…?