domingo, 9 de febrero de 2014

Simplemente



Mujer soy, pleclara raza
greda de la tierra
semilla dulce incubada en el amor
y florecida en un par de primaveras,

acantona tras sus muelles
oraciones de certezas
liberando almíbares
volátiles en miradas, caricias y esperanzas,

ímpetu porfiado de su sentir de hembra
al defender un hálito
develado en profundidad de la veta
yacimiento de gracia
vértice que apuntala
el nacimiento y la muerte,

en el vuelo de vida
en el tiempo sin tiempos
y en los espacios vacíos…,

Mujer soy, hembra de lunas
plenilunios de sueños
henchir de labios
postrados al verso
a los himnos extraños 
al batir de alas
y de lluvias redentoras
que bendice huertos.

¡Mujer, mujer de luz!

de la oscuridad y de las alboradas
manifiesta en cruzadas doradas de otoño
reverdecer de fotosíntesis
en días soleados
por un sol de media noche.

Mujer de mareas
en océanos de altozanos
los cierzos navegan en los valles de su nombre
cascadas de carbón por elipses verticales
desvanecidas en los círculos
de la geodésia que la contiene.

¡Mujer, mujer… que lleva en sus collados!

El grito del amor bajo un nombre.




Símiles





Las plantas hundidas entre la arena
playas de ocasos
besan los sílices con su saliva de mar
sellos de piel a los folios de la noche
y en cálido abrazo
las brisas sacuden sus risas
tejen cabellos
afonía de océano
sobre los hombros del ayer


¡Hay que ver el símil!


La humedad de tus labios
rasgando mi boca
y tus manos
alisios noctámbulos
al curtir mis membranas
del norte hasta el sur


en libertad las ansias
bracean jubilosas
márgenes de sueños 
mareas espumosas de delirio y avidez
vítores de océano
entre los muslos de las olas
y una paz infinita
en el bajamar del placer.




Pavesas y frío





Al concluir
-los efectos enunciados-
olvido que acuña los ensueños
muerte anunciada del amor
a las puertas de nuestros nombres.

Me invisten, ecos de risas
vidente de mis pasos
me hallo plétora de soledades ajenas
otrora, la tuya y la mía
silbaban preguntas.

Fuiste el lábaro izado sobre mi frente
vaticinio de religión nueva
logia expandida sobre aleatorio universo
insustancial
tañer lejano de una campana incierta
exordio íntimo
del verbo perfecto
al pestañeo de los ocasos.

Entrégame hoy, el silencio
las cascadas en la espalda
las armillas de las mariposas
pendidas en el vientre
sin descontar las sílabas
hendidas en la boca
en los plenilunios de los versos.

Extraña hoy
entre las yedras que pueblan tus muros
sobrevivo
apóstata de tu fe
encallo en océanos de sílices
sofisma de mi espíritu
en el intento banal
de que me olvides.