sábado, 6 de octubre de 2018

Provocaciones


Esa mirada, 
la que conduce inevitable a los aposentos de su intimidad
y desclava nostalgias de la pared de los hastíos,
algunas veces 
reverdece de humor
y su euforia 
relampaguea entre su sombra,
otras, opaca
camina como un perro
con la cola entre las patas, consternada…

A esa mirada, 
la que hace cantar en las medias noches de luna,
y es lluvia
al humectar cálida la desnudez bajo los linos,
mirada reloj
al despertar instintos y acrecentar pupilas,
brasas encendidas en los socavones del rostro,
nos hace correr
de aquí para allá y de allá para acá 
leyendo poemas
escribiendo versos que zumban alegres
y se escuchan quedos
insinuantes, en hordas eróticas.

Mirada trashumante,
caricia que desviste inclemente,
golpea en oleajes los arrecifes de la apatía
y traza tsunamis
en la profundidad del espíritu,
fija coordenadas, eleva planos
y delimita la geodesia que se extiende erizada
en el perímetro cromático que encierra un nombre.

A esa mirada que pare música
y asesina silencios,
hurga en los labios pentagramas insólitos
y se torna agua mansa
en los esteros de su pestañeo.
Mirada de alborada y brisa matutina,
se presenta con estrellas
surrealismo del alma
y anuncia motines en la siembra de sus deseos.

sábado, 29 de septiembre de 2018

Canción de otoño


Pájaros escapan
del extasío de su boca,
emigran en bandadas
de su garganta de otoños
y en el atardecer de sus horas,
es la paz de su lengua
la que construye sendas de luz,

galopan en el aire
con la canción del retorno,
se presentan y se desvanecen
como el aire sobre las aves,
y al conservar los acordes
de acariciantes rostros lejanos,
revolotean nostálgicos
entre su rostro
y mis hombros
para luego
posarse dulces
a las orillas de mi alma.

Esa canción se amordaza
a la letra de mi poema
y demarca lindes sonoras
en el pentagrama de su vida,
cada tono
tiene un aroma
y cada nota refracta
la respuesta de sus silencios,
candor de lluvia en sus ojos
enjaulada agua de mar.



domingo, 16 de septiembre de 2018

Primavera




Nos buscamos en los planos de la piel
y encendemos hogueras en los labios
al vuelo sincrónico de las palabras desnudas
y esa agonía progresiva
en las sílabas de nuestros ojos.

Llegaste mutilado de tristezas
a navegar en un mar de flores 
carne adentro
llueven poemas en la patria de los miedos
y lúbricos ropajes tañen las campanas
de dos corazones 
al convocar la muerte.





Al ocaso




La noche cae en el corazón de la noche
despacio
hilo de sombras en el reloj del tiempo
los latidos se escurren con la puesta del sol
y las notas del día resbalan en cascada
al profundo abismo
de la soledad y la tregua.

La noche cae en el interior de mi voz
incesante
dejo de ser afuera y ahora soy adentro
realidad de la conciencia que fustiga las verdades
dejando el alma expuesta
a la sentencia divina
que juzga agresiva 
la desnudez de mi lengua.




lunes, 15 de enero de 2018

Edad de oro




Hace meses no me nombro,
no detengo el paso
en algún punto de mi nombre,
 doy la cara
a los fantasmas de mis miedos
y me adentro autónoma
en el ostracismo de mi patria.

Hace tanto no me incluyo,
no me esmero
en las alboradas de mis sueños
ni en las sombrías tardes de fatiga,
los matices del ocaso dorados en mi piel
se desvanecen
y arrinconan en las esquinas de las sombras
los restos de luz
cuajados
en los cóncavos de la mirada.

Ya no cuento calendarios.
Primavera y verano
al urdir lo más insigne de sus épocas
han ceñido en mis fibras
su fragante esencia
y en los estuarios
las huellas, cicatriz del fruto
al conciliar con la natura,
nectar del sentir
que magnifica el alma.

Hace tiempo no me observo,
sin espejos que reflejen
la vanidad del seno y la cadera,
huyo de los cristales vivos
que arroban la mirada
y de las palabras que encienden
hogueras entre los pliegues
de la poesía en el oído. 

Ahora, mi piel constriñe 
el vestigio de los besos
y las entrañas secan sus muros,
universo de mariposas
aletargadas en las horas
las que aguardan el tañer de los sentidos
para elevar su vuelo
en el templo de los holocaustos
de la muerte 
y de la vida.


Ahora, soy la acacia que cobija
los espíritus de invierno
los que aguardan
el exilio de los vientos y del frío
del bullicio y de las luces
del arcoíris y de las lluvias
de las tardes y de los albores
de los murmullos en los trigales
de los gorjeos entre las ramas
de la caricia de los huertos 
y de los secretos a la media noche.