Las
hojas hacia el alma
de par
en par,
abatir
de marcos
dinteles
agotados por celo baladí,
permea
luz y
lluvia
canto
y primavera,
los
muros de otrora
plomizos
y con liquen
eructan
su nostalgia,
plañen
sus antojos en suspiros
y en
esporas de sonrisas
se
multiplican por las venas,
arabescos
de ilusiones
en el
fandango de los tiempos,
estimulan
la lisonja
por
amar y por vivir.
¡Oh,
rubor de media tarde!
Platea
con aromas de ósculos eternos
claustros
congelados
y en
el pretil de la mirada,
góndolas
de agua
y al
medio
el
campanario con tañer de nochebuena,
endulza
cada instante
con
acordes sibilinos,
_ Te amos_
emplumados
sobrevuelan
los enojos,
germinando
entre los labios
un rumor
de fe,
bisbiseos
de canciones,
nombres
con valor.