sábado, 6 de octubre de 2018

Provocaciones


Esa mirada, 
la que conduce inevitable a los aposentos de su intimidad
y desclava nostalgias de la pared de los hastíos,
algunas veces 
reverdece de humor
y su euforia 
relampaguea entre su sombra,
otras, opaca
camina como un perro
con la cola entre las patas, consternada…

A esa mirada, 
la que hace cantar en las medias noches de luna,
y es lluvia
al humectar cálida la desnudez bajo los linos,
mirada reloj
al despertar instintos y acrecentar pupilas,
brasas encendidas en los socavones del rostro,
nos hace correr
de aquí para allá y de allá para acá 
leyendo poemas
escribiendo versos que zumban alegres
y se escuchan quedos
insinuantes, en hordas eróticas.

Mirada trashumante,
caricia que desviste inclemente,
golpea en oleajes los arrecifes de la apatía
y traza tsunamis
en la profundidad del espíritu,
fija coordenadas, eleva planos
y delimita la geodesia que se extiende erizada
en el perímetro cromático que encierra un nombre.

A esa mirada que pare música
y asesina silencios,
hurga en los labios pentagramas insólitos
y se torna agua mansa
en los esteros de su pestañeo.
Mirada de alborada y brisa matutina,
se presenta con estrellas
surrealismo del alma
y anuncia motines en la siembra de sus deseos.