Noviembre
enfila mis pasos,
argumentos de primera cosecha
se desgranan, semillas maduras
ya no hay
excusas insalvables
debemos guardar en los sacos nuevos
los manojos de razones
que nos sobran,
sin ser migajas
solo rebanadas de hogaza en armonía
para el instante de la omisión
o del desatino de los labios,
inasibles han sido mis palabras
bajo la cálida luz de tus fanales,
abstenerse
de santiguar el corazón
ante la bendición que imparten tus labios
sería irreverente,
la fuerza milagrosa de tu espíritu
inviste de auroras mis hombros
esquivando las ausencias,
abriendo celosías en mi alma
al rumor del aleteo
que suscitan tus abrazos.
Pacifista solitario
te vi arribar hace meses
a las lindes del cerco de mi juicio,
hacías política
alegorías a tus planes de mandato
en un intento de adhesión
de mi vida y de mi paz.
¡Qué discurso y qué vocabulario!
Fluctúa ahora, mi voto en blanco
en las decisiones otoñales
que llevarían a ejercer en solitario mi camino,
aquí, no se permite
ser apógrafo de regímenes pasados
deber ser
un dominio compartido
entre el ocaso y la alborada
la mañana y la tarde,
sin más pueblo que vitoree cada hazaña
que tu inmenso corazón
latiendo con el mío.