sábado, 30 de noviembre de 2013

Noviembre de razones





Noviembre 

enfila mis pasos,

argumentos de primera cosecha
se desgranan, semillas maduras

ya no hay 
excusas insalvables

debemos guardar en los sacos nuevos
los manojos de razones 
que nos sobran,
sin ser migajas
solo rebanadas de hogaza en armonía
para el instante de la omisión
o del desatino de los labios,

inasibles han sido mis palabras 
bajo la cálida luz de tus fanales,
abstenerse 
de santiguar el corazón
ante la bendición que imparten tus labios
sería irreverente, 
la fuerza milagrosa de tu espíritu
inviste de auroras mis hombros
esquivando las ausencias,
abriendo celosías en mi alma
al rumor del aleteo
que suscitan tus abrazos.

Pacifista solitario
te vi arribar hace meses
a las lindes del cerco de mi juicio,
hacías política 
alegorías a tus planes de mandato
en un intento de adhesión 
de mi vida y de mi paz.

¡Qué discurso y qué vocabulario!

Fluctúa ahora, mi voto en blanco 
en las decisiones otoñales 
que llevarían a ejercer en solitario mi camino,
aquí, no se permite 
ser apógrafo de regímenes pasados
deber ser 
un dominio compartido
entre el ocaso y la alborada
la mañana y la tarde,
sin más pueblo que vitoree cada hazaña
que tu inmenso corazón
latiendo con el mío.


miércoles, 27 de noviembre de 2013

En el taller del alfarero








Y ahora 
-yo-,
desnuda de la voz que se conoce
en los planos del silencio,
me nombro 
en la dialéctica de los sentidos,
sin voz ni voto el corazón
no hace demagogia,
las manos
(hoy), 
testigos fidedignos y la piel
apostillan los deseos
-simbiosis de los labios-,
al caminar sobre los besos
que adoquinan un nombre.

El vacío en omisión
arrienda sus espacios,
endosatario del tiempo y de las áreas
asienta su taller
(moldeador de otras artes),
muy cerca a mis bocetos.

-Yo-,
arcilla dúctil 
caricia entre sus palmas
libre de sílices,
solo greda de la tierra 
maleable a los suspiros
me horma
da formas infinitas 
izándose sobre los relojes 
de su alma y de sus ojos.

Cada lapso 
será un eterno 
soliloquio de mi piel bajo sus brazos,
alquimia alfarera a fuego lento
dará la forma humana,
femíneo rostro de alegría
llevada en conjunción
a la galería de los sueños.


viernes, 8 de noviembre de 2013

A la íntima ilusión



Alma mía


¡Notifícate!

Rompe los silencios y aflora
mis yertos ramajes esperan tu regreso
de astillas y de púas por ti libertos
inmunizados con tu aceite de mística inocencia
en redención para este roto saco
que otrora fue también dolor.

No me ignores

¡Asómate! 


Ante tus grafíticos espejos 
se cuelgan nuevos lienzos
cada uno con paleta de arco iris
aguardan el trazo perfecto de tu afecto.
...

Ya se van borrando tus huellas de eremita
y el sendero que se abre en más lúdico.
No te quedes 
mis alforjas están copadas de alimento
ambrosía de los dioses en los labios
y sobre los hombros
manto suave de cordero
que se agita 
añorando tu regreso.

Seremos dos soles rayando nuevos días
y en vuelo libre, alondras enmarcadas
impúdicos de linos
vestidos de promesas
apasionados por la vida 
bajo lluvia de ilusiones
se sacrifican las tristezas 
y al amor, en búcaro de rosas
lo izaremos 
a los cuatro vientos.


¿Qué pasaría...?



Si escondiera los ojos
(con tanta desnudez que han visto)
no volverían a arrendar sus nichos
a fanales instigadores de los anhelos,

si arropara esta piel
invistiéndola de linos grises
olvidaría la insurrección de los poros
en sus niveles freáticos,
táctiles versos valuando terrenos
ante el inclemente sol de la media noche

si olvidara las estrofas
- mis labios puestos de rodillas-
masticadas en los besos
y la dieta de la tierra que nos mantiene inmunes
con las sal de los filones

¿… qué pasaría entonces
si la primavera que llega
con su docena de cielos
absolviera a esta mujer
de la oscuridad y sus caderas?

¡Ah!

¿Qué sería de ti
pastor que arriba a mis lindes?

Quizás cambiaría tu oficio
de rabadán soñador
encendiendo en tu costado
los leños de las baladas

yo te caminara 
en las cuatro direcciones
cosecha de ti en los inviernos 
sin otra paga que tus manos
el cobertor con tu cuerpo
y fontanelas sobre tu pecho
donde me duerma en tu alma.


La cara oculta del amor




Ella le enseñó el amor,
ese beso sencillo de la brisa
el de la espuma que gorgorea
en los aljibes del espíritu
y se vacía por los afluentes
en calígine sustancia,
deflagra rincones de la razón
dilata las cortezas secas
y humedece de lunas las almohadas.

Ella le develó el corazón,
encendió veladoras blancas 
en el lado mustio de su alma
y arañó con su voz de miel
inútiles párpados cosidos de duelo, 
le abortó con sus horas vivas
su otro yo, clonado de espantos 
el prescrito a ser facultad
de las miradas y de los labios
acicate que le enajenaron 
de su campo enaltecido 
nicho de la flauta dulce 
y acústica para los versos.

Nunca fue, ella consciente
de su resuello de pájaros 
primicia de las noticias
bajo los parpados de su nombre,
en primavera de los otoños
cristal de inocente jácara
de hadas y de los espejos
de la ilusión que recrea
los sueños a la medianoche 
y que caminan muy despacio
en los vacíos del ostracismo. 

Él la formó con silencios
de angustias en duermevela,
silabarios resumiendo su risa
y de las cascadas que se vertían 
de la cúpula de sus pensamientos
subyugando con su luz de norte
el escueto páramo de los suspiros, 
trenzando con dedos indígenas
las utopías de sus flores
bordadas con labios de agujas 
sin dedales que no le hirieran.

Cicatrizan bien sus recuerdos
en el lado oculto de sus pasiones,
elevando anclas 
en un mar de octubre
sin remeros y sin su guía
siendo mar, siendo océano 
timonel de su propia dicha…

… y ella cubrió de velos tristes
la otra cara de su vida.


martes, 5 de noviembre de 2013

Para un poeta pescador




Bajo el dorado domo 

de la tarde taciturna y fría 
una frescura de brisas 
me llega de las riberas,
átomos de mil cristales 
en rosarios engarzados
recogidos en los suspiros 
de aquella playa desierta.

Cantaron en mis oídos 
versos de sus elegías,
volubles soledades 
expansivas de su tristeza,
sed de pasiones y arrullo 
caricias de tiempos idos
guardados secretamente 
en su fibra con nobleza.

Las arenas que en torbellinos 
visten su piel de liras
se unifican en sus cabellos 
decantando sus esencias,
vuelan cual blancas cigüeñas
escalando los alisios 
y con gráciles giros de luces
juegan hoy, en mi presencia.

Sutiles brisas de océano
blancas sílices guajiras
beban agua de panal 
reposen en el ciprés de la sierra,
los ungiré con sonrisas
y de los ocales, olor de brea
marchándose cobijados 
del montaraz que silencia.

Nubes de alondras en éxodo
con alma de diosas valquirias
son las auras de los oleajes 
que regresan a su vera
cargadas de sol y de almíbar 
con sabores a fruto de cumbres
recogidos en mis cosechas 
para ofrendar al que espera.

Relicarios con mis desvelos 
en noches de plenilunio
emisarios son los luceros 
guías para los vientos
lámparas que guiñan sus flamas
desde las altas montañas 
para dejar en su almohada 
mi sonrisa que le sosiega.