Acortemos
los trayectos, hija,
que no
nos borre,
que no
sea las avenidas
las que
cercenen abrazos,
aquí,
el
lugar que custodia tu perfume,
mantiene
la impresión
de tu
rostro en la almohada,
se acopia en
el ambiente
los acordes
de tu voz
y el ritmo
de tus pasos,
en las
losas que te nombran.
No hay
horas o kilómetros
que elimine
nuestra historia,
estás
en
todas partes
sin
estar
en estas
huellas,
desprovista
de tu imagen
te retratas
en los espacios
y la
tibieza de un abrazo
se cierra
en las espaldas.
Si se
sustraen las distancias
y se
abrevian calendarios,
se simulan
ecuaciones
en los
planos del afecto,
y no
estás
y estás
cerca,
en el
mutismo de la noche
suspiras
enamorada
y es tu
palabra viandante
una
oración
para el
alma.