En duermevela
me abandono,
en cada instante y a cada silencio
le hago el amor,
me entrego callada a sus sueños de
otoño
y vibro en su voz al transgredir la
distancia,
me abandono en la nada
donde no existe mi nombre,
el pudor al reproche
exilia la luna,
y yo soy el ahora
en el tinglado de ausencias,
escindo mis sombras en su boca inédita
y siento que me mira
con el brillo que otorga
mi propia mirada,
agotar las reservas
de amor y de ansias,
extraordinario silencio
entre su sombra y la mía,
orgasmos de música
exilia los dobles
y queda la noche herida de muerte,
inmune a los rostros
atardezco en su imagen
y es su centro, mi centro,
efluvio de lenguas,
espantar de los miedos,
se suman colores
y se resta los grises,
repasar de riberas
en las manos rotas,
el frío es obtuso
y vuelan poemas.
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