Posicionados en el amor,
son tótem en la multitud
y tañidos en el silencio,
campanas que se agitan
a las sacudidas del hambre
a las sacudidas del hambre
llamando a la oración
en horas de apatía.
Sin rezos que ultrajen la fe desmemoriada,
concilian
entre la soledad patrimonial
y los introspectivos apegos
que se arrinconan callados
en el rabillo del alma.
Expansible incienso
en la mirada dubitativa
duplo de liras
infestadas de otoños,
alfa y omega para todos los calendarios
vistos a través de una lágrima
y del latido febril
que galopó sus voces…
Al filo de la media noche.
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