jueves, 19 de enero de 2017

Diez de enero




La sonrisa cualifica el brillo de las horas,
y enjuaga de vida los silencios, 
apostada en el verbo
engendro un canto,
orgasmos de vértigo
en los planos del ostracismo.

La desmemoria danza
oficia en las tablas de la poesía,
en vertientes que surcan los atrios del corazón
y bordan noches
en el níveo renglón de la palabra.

La mirada
tiene el color de un pájaro fallecido
y la tarde
el matiz de los rostros
que ruedan alegres
por la geografía de mis córneas.

Adentro de mi desnudez
nadie escucha el tañer de los sueños,
cimbran los eneros
y los diez
forman barricadas
que me amparan de las cacerías
de los años muertos.






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