domingo, 1 de octubre de 2017

Epifanías

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La inexpresiva calma que antecede la madrugada, 
la somnolencia de mi cuerpo, 
este respiro de sentimientos filiales, 
el ir y devenir de los pasos, 
esta lluvia de vida que revive la galería de mis años,  
esta primavera en el otoño que me recibe.

No me quejo, la tibia sombra que merodea 
en las estancias a las cuatro, me substrae, 
me abriga los huesos y mi alma estalla en filigranas, 
con ellas, se teje el día a día 
con ellas, nuevos alfabetos, 
tramas que nos mantienen a salvo de ahogarnos.

Nada más valioso que percatar 
el soplo de paz de los que duermen, 
el don de los sentidos,  
la sonrisa que acaricia 
los rostros desnudos de mundo o el oído,  
que aguarda la música alegre de un _ ¡Buenos días!

Cada amanecer devela una epifanía en mi cuerpo, 
en sí, él es un poema en bruto al abandonar las sábanas, 
cada instante, son las manos del escultor 
que pule aquí y allá, forja, embellece, 
da vida a cada hora, versos libres, 
versos blancos que hienden la incertidumbre 
y permiten que germine la semilla de la esperanza.



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