Incluso
hasta este diciembre
llegan las fechas que fueron puntal en la palabra,
irrumpen con raíz de un verbo único
sobreviviendo a temporales
y a veranos esteparios
sin otro oficio que inventarse abecedarios
que resguarde el hálito
en el océano de los recuerdos.
No sé explicarlo,
tratar de omitir acota mis defensas
ecos con dientes de rosa
muerden la lengua del olvido
despertando los ayeres
con fachadas copadas de grafitis,
frases agresivas y burlonas
del verso que otea
en la conciencia, al desnudo
residencia de la fe y de la mirada.
Incluso
en este diciembre,
no somos libres de eludirnos
coincidimos sobre los seis o los siete
llegando sin querer
hasta el trigésimo primer peldaño de esta acera
con suficiente color
para que las manos del espíritu
entrame los suspiros.
Las huellas siguen vivas
por debajo
de la carne y de los huesos,
nadie podía intuir
que se adhirieran a la razón
con tanta diligencia
como si nos hubiesen escriturado
ante el juez del universo
ser oficios integrales
del frente y del envés
de un libro de poemas.
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