Buscar en
los círculos de la sed…
Horas en
que la palabra -mujer -
asciende
dentro de mí.
Prescindo
de la galería de rostros,
los
huesos
antorchas
encendidas
y los
labios vivos
pájaros
volando
en el
verdesol de nuestro miedos.
Hundir
manos y bocas
entre las
lluvias y el lodo,
no hay universos
inocentes
en la
metamorfosis de este poema.
Comer y
beber
con los
rostros invidentes
no nos
hace extraños,
pulsamos
los tormentos del corazón
y herimos
nuestras vidas con colores,
nos
volvemos invisibles,
dirás mi
nombre…
y gritaré
el tuyo.
El verbo desmiente
las memorias
y deshila
los silencios.
Horas de
círculos y radios,
giran y
giran en todos los grados,
dejan mi
cuerpo copado de luz
y en tu sagrario…
vacío de
sombras.
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