domingo, 9 de junio de 2013

El Quijote del violín






Sombrillas los párpados 
tregua de un retorno
y los acordes en los pabellones
son caníbales de instantes
invasivos
luces en la carne
emotiva eufonía zanjando sonrisas
encendiendo lucernas
sinfonía de los recuerdos 
en los alegres dientes 
de aquél leso violín.

Ojos, gacelas de altiplanos
avistaron su sombra
ánfora de consonancias
en tesitura de un arco
trémolos y vibratos…
y en mi corazón quebrantado
(remezón entre sus capas)
acalla la tristeza de su interior.


Peregrino de luz 
y Quijote de los transportes
Joaquín se le llama
y es su gabán agraviado
alcahuete de la soledad
anclas sus manos
en el análogo de un Guarnieri
herramienta que satisface
el hambre de los sueños 
vertical elipse 
que mi pena advirtió. 


“La Casa en el Aire”
fue morada calígine
y la “Oda a la Alegría”
cobertor para el espíritu
de ese domo trasnochado 
extendido entre las miradas
y la suya atravesada
por el candil de la mía
una oración elevaba
“Alabaré, Alabaré” 
alabanza agradecida
a un Dios que le acompañaba
en el ascenso de su perfección...


arrinconó mi vergüenza
de mis pobres desdichas
bebiendo de su concierto
su magnánimo son de amor.



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