viernes, 8 de noviembre de 2013

La cara oculta del amor




Ella le enseñó el amor,
ese beso sencillo de la brisa
el de la espuma que gorgorea
en los aljibes del espíritu
y se vacía por los afluentes
en calígine sustancia,
deflagra rincones de la razón
dilata las cortezas secas
y humedece de lunas las almohadas.

Ella le develó el corazón,
encendió veladoras blancas 
en el lado mustio de su alma
y arañó con su voz de miel
inútiles párpados cosidos de duelo, 
le abortó con sus horas vivas
su otro yo, clonado de espantos 
el prescrito a ser facultad
de las miradas y de los labios
acicate que le enajenaron 
de su campo enaltecido 
nicho de la flauta dulce 
y acústica para los versos.

Nunca fue, ella consciente
de su resuello de pájaros 
primicia de las noticias
bajo los parpados de su nombre,
en primavera de los otoños
cristal de inocente jácara
de hadas y de los espejos
de la ilusión que recrea
los sueños a la medianoche 
y que caminan muy despacio
en los vacíos del ostracismo. 

Él la formó con silencios
de angustias en duermevela,
silabarios resumiendo su risa
y de las cascadas que se vertían 
de la cúpula de sus pensamientos
subyugando con su luz de norte
el escueto páramo de los suspiros, 
trenzando con dedos indígenas
las utopías de sus flores
bordadas con labios de agujas 
sin dedales que no le hirieran.

Cicatrizan bien sus recuerdos
en el lado oculto de sus pasiones,
elevando anclas 
en un mar de octubre
sin remeros y sin su guía
siendo mar, siendo océano 
timonel de su propia dicha…

… y ella cubrió de velos tristes
la otra cara de su vida.


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