Y ahora
-yo-,
desnuda de la voz que se conoce
en los planos del silencio,
me nombro
en la dialéctica de los sentidos,
sin voz ni voto el corazón
no hace demagogia,
las manos
(hoy),
testigos fidedignos y la piel
apostillan los deseos
-simbiosis de los labios-,
al caminar sobre los besos
que adoquinan un nombre.
El vacío en omisión
arrienda sus espacios,
endosatario del tiempo y de las áreas
asienta su taller
(moldeador de otras artes),
muy cerca a mis bocetos.
-Yo-,
arcilla dúctil
caricia entre sus palmas
libre de sílices,
solo greda de la tierra
maleable a los suspiros
me horma
da formas infinitas
izándose sobre los relojes
de su alma y de sus ojos.
Cada lapso
será un eterno
soliloquio de mi piel bajo sus brazos,
alquimia alfarera a fuego lento
dará la forma humana,
femíneo rostro de alegría
llevada en conjunción
a la galería de los sueños.
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