miércoles, 25 de noviembre de 2015

El adiós





Las paredes del orgullo
limitan la franquicia de los sueños
y es ese silencio, 
candado que acuartela
las palabras del amor 
entre las frías soledades 
de la desconfianza. 

¿Desde cuándo perdimos la inocencia? 

El temor a ser heridos, 
a los vacíos que quedan 
en la exhalación de recuerdos, 
a inhalar el mismo humo 
de hogueras pasadas, 
crisol que ahoga un haz de luz 
llamado vida. 

Los ventanales de la conciencia 
desisten de conciliar, 
párpados egoístas se cierran 
a un mundo equidistante, 
otros ojos 
tristes como el invierno, 
huertos desnudos de rosales 
sin aves que agiten 
los espectros de las pupilas.


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