Un camino sin retorno y su
empedrado
cada vez, es más abrupto,
paisajes esmeralda,
surcaron su estandarte
hubo fiesta
y el oropel, brilló entre sus pestañas.
Es la tarde de sus sueños,
vestigio y sandalia,
apostillan su legado,
el frío de las cuatro se
abate entre sus linos
y el espíritu nostálgico
silencia la palabra.
¿De qué sirve voltear sobre
los pasos
y sonreír? Las mariposas yacen muertas
dentro del útero,
nadie escuchó su aleteo
en el vientre, que fue beso
en la mañana.
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