sábado, 14 de noviembre de 2015

Madurez


Un camino sin retorno y su empedrado
cada vez, es más abrupto,
paisajes esmeralda, surcaron su estandarte
hubo fiesta
y el oropel, brilló  entre sus pestañas.

Es la tarde de sus sueños,
vestigio y sandalia, apostillan su legado,
el frío de las cuatro se abate entre sus linos
y el espíritu nostálgico
silencia la palabra.

¿De qué sirve voltear sobre los pasos
y sonreír?   Las mariposas yacen muertas
dentro del útero,
nadie escuchó su aleteo
en el vientre,  que fue beso en la mañana.




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