El alba lavó mis ojos
con el fulgor de otras miradas
y vuelve a germinar la calma
en el barrizal de la discordia.
¡Nos equivocamos…!
La soledad que te acompaña
no se rinde,
arma conciertos en esas horas arbitrarias
y seduce tus momentos
con el verbo y sustantivo.
La mía,
siempre ronda las sandalias
anula hebillas y deja libre los talones,
hace yoga en los silencios
y me invoca cada noche
a ronda de recuerdos
erizándome la risa,
signa en mis labios
los besos del pasado
y me desnuda
en el impudor del pensamiento
acotando entre los huesos
la sensibilidad de mi alma.
Amigas
de viaje en calendarios
nos encontraron en el pasado
desahuciados del afecto,
la tuya, señorial y seductora
la mía, rosa que adorna
la madurez de mis cabellos.
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