viernes, 27 de junio de 2014

Sin respuesta




La noche lacónica y en vigilia las horas
sábanas fruncidas y exaltados los huesos,
atisbaba ya el alba 
con su mirada yerta,
el espíritu indómito
y en orfandad, el afecto.

Dime cielo, bajo tu capa de hulla:

¿La desnudez de mi alma
desnuda prosigue
y mi carne se ultraja 
ante la pupila ciega?

Ociosas mis manos
temblorosas reman
-pavesas de fuego
mi piel se remite- 
naufragan pacíficas 
en el jardín hendido
donde bebía tu espíritu
en la calidez del verso.

Perdido el oasis, bravía la pena
el verano de tu espalda 
se asienta en mi lomo,
no es mío ya el aura
de tu mirar consternado
y los fanales ausentes 
no alumbran 
ni son guías.

Desde tu fulgor de océanos 
capotados y alegres
no se izan las bengalas 
con el acento que espero,
arropo de ausencia esta imagen femínea
y libre de sandalias
mis huellas se pierden.


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