
A  punto de prescribir
millones
de relojes atizan las memorias, 
en trashumancia
los recuerdos  
algunos
se quedan,
ocultos
en el lado izquierdo,
 bolsillo de las reminiscencias. 
La música
entapeta el atrio 
y entre
soplos eufóricos
busco las
miradas en los rostros,  
retazos
de infinito que ornan mi pupila, 
un año
más 
en el
azul de las esperanzas.
Mil ojos
avizoran la llegada, 
matices
encendidos 
obligan
la retina a urdir conjeturas 
y los
labios plegados, 
escudan
la alegría que se vierte 
sobre las
sienes del nuevo amanecer.
Hay que
ser probo 
para
desnudar el alma de egoísmos, 
permitir 
que el
amor viaje en una estela de poesía, 
que
dancen las virtudes 
en la
cuerda de una sonrisa 
y que el
corazón 
abra las
celosías a la vida,
ella posa
núbil 
en las
ráfagas de luces
del
primer día de enero, 
tremola
dicha 
que aplaude
su llegada.










