Los ojos
se exilian
las manos
se
lamentan,
el corazón
elige sacudir
estrellas rotas,
el sueño
de tejer parpadeos
se
frustra
solo
queda
los
marcos de poemas que son ajenos,
agrede a
las sonrisas,
la
caricia del verbo
se
extravía en la lisonja,
su ahogo
no construye,
siega la
voz en duermevela
y la
oración
no tiene
eco en las historias,
los ausentes
nos miran
su cielo
es de luz
y exigen
reparar
la rueca,
la que
hila los afectos
y zurce
en el
espíritu del hombre
ajena hoy
a la sonrisa
de un niño,
que ya no
haya
más
suicidios de besos
en los
labios lacrados
y que
estos párpados
se abran
para
pintar
el
silencio.
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