La noche
huele a palabras sin cadencia,
falta ortografía
en cada hora
y en el
instante en que respiro
son aromas
diferentes
lo que
humedecen mis ojos de exilio.
Guarda la
calle, ecos del silencio
y se
asegura que las esquinas
no barran
el humor de tu opacidad,
trashumante
ardor en las pestañas
deja
libre de lingüística la mirada.
Reniego de
los muros y sus vitrales
castran los
colores y eliminan las formas,
las
memorias se arrinconan,
roto el
bolsillo cosido al lado izquierdo
se pierde el amor en el negrolimpio de agosto.
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