Proclive a la corrosión
y al aliento del tiempo,
se afinca entre los folios
y en los calendarios que la silencian.
Treinta y siete mayos
se acomodan en un sobre mal herido,
índices videntes reconocen
su trecho en cada letra
e infantiles rasgos develan aquellos símbolos,
figuras yertas que aparentan danzas
por la pista horizontal
y ámbar de una esquela.
Eran aún niños
un par de notas
que a los doce y a los trece
alondras viajeras fueron por los caminos,
cornisas diminutas de anochecidos ojos
rosales enmallados en las sonrisas
y en el alma acalladas
la luz de una mirada
y un furtivo beso
apostillado en la mejilla.
Oropel es la riqueza
que resalta la moneda,
entonces
¿Cuál es el valor que dictamina el corazón
a un oficio de cuaderno
sustentativo del amor
en las voces de unos niños?
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