No trasciende que rehúse mis poemas
si en el centro de mi vértice
-al tañer de su risa -
danzan sus notas pinceladas con melado
dibujando en mis resquicios
silencios de su amor,
costados esculpidos
con el sabor de sus besos.
Triviales se tornan los versos
a la acústica de sus oídos
estetoscopios cerrados a la rima hilarante
si abiertas se hallan las celosías
de sus poros a mis labios.
Irónica es la vida
a la vuelta de la esquina
(antagonismo en la poesía),
amados versos cosechados entre renglones
y trasplantados directo a los pliegues
que hay bajo sus párpados
y bajo la calígine suavidad de su boca.
Solo, solo era cuestión de tomar el llavero
y abrir los candados de la nostalgia,
sin esquelas para anunciarse
ha pasado a la antesala que llega al corazón
entre el abrazo estrecho
y ese beso que recorre la membrana
en el silencio de la dulzura
y la pasión que la baña.
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