Proscritos
el discernimiento y la vanidad
cierran las hoj
as al punto de equilibrio
y los pasos inseguros
trastabillan sobre sus recuerdos
-crepúsculo de la conciencia-
cubre la mirada con una entelequia mortal
sobreviviendo ese corazón de oro
que se revela a la extinción del fuego
del brasero que fue
su escenario de vida.
Páginas de olvido se cuelgan en el año trece
y codificados en su bitácora
las miradas y los perfiles
la musicalidad de las voces
los vibratos de las risas
y en carpetas que solo él reconoce
los aromas que le usurpaban
pincelando en su alma
besos hechos canciones
fotografías que ahora se guardan
en los anaqueles de su espíritu.
Fue el calor de los afectos
navegando en sus caudales
el santo milagroso que floreció los ejidos
y esa sangre núbil tamizada entre mis fueros
escindió su mirada ausente
(indultando la tristeza y la erosión en la memoria)
lloviendo besos filiales
los TE AMO almacenados
celebrando veintiún calendarios
de su joya favorita.
Fue el más grande regalo
que sin ser recibido entre sedas
con el timbre de su voz
nos ratificó su amor
mientras viva.
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