Bajo los párpados
un veintiséis de enero se recoge,
nidal de pestañas aviva las horas
y huele a gorriones
la piel matutina.
Los sueños son
viento
y perturban el agua que habita los ojos,
se suicida la angustia
detrás de la noche,
un eco me cita y me habla de versos
vestidos de vida,
me confía el juego de la inocencia
que exalta el amor
en la libertad de una mirada.
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