Cuanto más anochezco,
se sorprenden las madrugadas
con mis ojos purificados
de nostalgias.
Se evaden las preguntas
y mi nombre
vuelve a escalar los silencios,
halla las notas
refundidas en dos lustros,
la vida lenta de un pájaro
en un cielo tachonado de hojas,
descubre mi carne libre de agujas
y ahora,
es agua
es raíz
y es tallo,
flor que se escinde
a la caricia matutina
de un enjambre de besos,
horro de los miedos
que adoquinaron
las utopías
de dos poemas.
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