Un ave
abandona la ausencia
en el
alero más frío
El café
blanquea las sienes
en la
leche de la madrugada
La lira
zarandea sus cuerdas
en el exiguo
cuello de un gallo
Una puerta
se estremece
al ímpetu
de los afanes
y retumba
sobre las lozas
un sábado
con el número nueve
Enero
amarra una cinta
en el
atrio de su décimo día
y se agitan
las cintillas
al otear
un año más en sus hombros
Reirá mañana
reirá a carcajadas
enseñará
sus dientes de humo
en la
cresta de un número impar
y se
escurrirá por las trenzas
de un
silencio
que huele
a dos trinos.
¡Es mío!
¡Es mío!
¡Es mío, el
mes de enero!
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