El amor maúlla
a las espaldas
ronronea por las esquinas,
paredes desprovistas de tejados
llevan tu nombre,
flores disecadas
aletean en un cóncavo vacío.
El amor se hace
eterno, se torna sabio.
Cuanto más pasa el tiempo, es doctrina
paradigma viandante,
la sangre y el verbo
son carruajes.
Retorno al vacío de este lado,
me ha visto
partir
conserva mis contornos,
no hay algarabía, ni risas, ni llanto
aroma de un ciprés que pierde sus ramajes
habla de los años,
enreda sus huesos limpios en mis cabellos.
El amor silba en la memoria
bitácora al confín de los sueños,
portátiles imágenes
estrangulan la tristeza,
atestiguan dos décadas
de vuelos al cielo.
Muy hermoso y delicado de leer
ResponderEliminarme encantó
Buenos días Daniel Almeida, gracias por llegar a este espacio y por el tiempo otorgado. Feliz día.
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