domingo, 14 de julio de 2013

Compro tu poema



Yo compro esas letras que surten el poema,
no con el oropel que tintinea entre los linos
sino con la palma abierta de mis manos
que reconocen, la indocilidad de tu cantar. 

Lleva en su seno, los ojos de la noche
rastreadores de holocaustos,
los insertados por proscritos pasos 
renegados de sus lunas 
y endosatarios de espíritus
a la arcana oscuridad.

La ley del más fuerte, 
la ley del dinero
y de los que utilizan sus reglas,
llenando faltriqueras y dejando en la ignominia
espíritus raizales, de doblegado lomo
escultores de las piedras, 
en pos de una fuente
catarsis a su duelo y su mustia soledad.

Yo compro ese poema con mi voz,
eco de mi alma cuando a ellas, las avisto,
y especulo en mi género 
y en el de mi sangre que madura,
hermanas por naturaleza
femíneas esporas
y rasga mi natura 
entender a los culpables:
“las que pecan por la paga, o el que paga por pecar”
(Sor Juana Inés).

¡Yo pago por ese poema!, 
que lleva sombras
de éxodos angustiados que no reconocen fe,
de la manos manchadas por la sangre entre florestas,
de infantiles risas bordeando un cielo eterno
que no demandaron su ahogo 
en un vientre congelado, 
sin el derecho a nacer.

¡Te compro ese poema, con los ojos y con el alma!,

los que sin mirar han leído tu profundo despertar,
amasa más tus letras con las manos del espíritu
y con la esencia de tus lágrimas 
darás el jarabe humano
a esa rebeldía que apabulla
el egoísmo y la inmoralidad.


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