Escapada entre mil ojos
y en cremalleras de distancias,
trashumante vespertina
de las huellas que aún no se secan
del derecho y del envés
de la cutícula que sobrevivió a los verbos
curtida de salvia dulce
y de las vid que sació sus fuentes.
Desnuda de las voces
que acrecentaron delirios
huyó de rezagados ecos
inquisidores de las esquinas
de acústicas que tañeran aún
acordes de lluvias nocturnas
y de atávicos corales rojos
con memoria bajo sus párpados
secuestradores de luces
en la oscilación de las esteros.
Escapada
confabulada con otras cuencas
lectores que prestaron lentes
en la sumatoria de los arcoíris
vadeadores de horizontes
tornándolos postales lúdicas
al posarse sobre los hombros,
afuera de una boca cosida
sonrisas sin haber sonrisas
dedos nadando entre peces
con falanges fatigados
y fuelles intercostales
fumigados de nogales.
Desertada de la hornilla
de los besos y de las brasas
esquivando lo ineludible
que la forja estrella sin brillo
corre en búsqueda y a ciegas
de un hombro que apuntala frentes
y entre estopas de una camisa
en adopción entregar sus lágrimas
nacidas en poemas dúctiles
que se exiliaron sin darse cuenta.
Eludida
escondida en la elipsis de los sueños
simulando ser plagio de sus fibras
y maquillada con cinco espejos
en un viaje de tarde y media
a la hora de la tarde
tarde que no adoptó sus sentires
retornando con la misma pena.
En la duermevela de altas horas
huye mustia y resignada
en pasajes de dicciones
de versos y de poemas.
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